Rediseñar tu página Web: 7 puntos para tomar la decisión
15 de diciembre de 2021¡Adivinamos el futuro de tu empresa …Gratis!
28 de diciembre de 2021¿Por qué hay personas que nos enganchan cuando las escuchamos o leemos, y sin embargo otras no lo hacen?
¿Cuál es la diferencia entre un buen narrador y otro que nos aburre?
¿Qué hacen los mejores publicistas para conseguir que compres sus productos o servicios sin pensarlo, de tal forma que consiguen que la gente haga cola y gaste un dinero que no tiene para adquirir, por ejemplo, sus “manzanas mordidas”?
Puede parecer algo muy mágico, pero es más básico de lo que se piensa.
El ser humano posee una inmensa variedad de emociones, algunas de ellas muy complejas, otras muy simples.
Y, además, tenemos la virtud o el defecto de que podemos pasar de una a otra en segundos.
Podemos pasar de la alegría a la tristeza en un abrir y cerrar de ojos. O de la seguridad al miedo, del amor al odio, etc. Y curiosamente, una gran parte de las veces, estos cambios no dependen de nosotros. Son factores externos los que los provocan.
Pero cuando queremos usar técnicas narrativas para fines publicitarios, hay que hacerlo de una forma muy sutil y sofisticada, ya que no tenemos todo el tiempo del mundo ni a nuestro público objetivo sentado alrededor de una hoguera sin otra cosa que hacer que escuchar nuestras historietas.
Un buen narrador, o redactor publicitario, debe ser capaz de reconocer el posible estado de ánimo del usuario para transformarlo a favor de hacerle llegar un mensaje y provocar un impulso o una acción: la compra o el contacto.
Y de alguna manera, este post trata de explicar cómo utilizar técnicas para seducir a los clientes y que compren o se registren en una página Web.
Estas técnicas de venta y persuasión están basadas en activar o desactivar algunos de los sentidos más comunes del ser humano: la curiosidad, el deseo, la angustia, la alegría, la pasión, el miedo, la confianza o la tristeza.
No obstante, hay que tener un código ético y respetuoso a la hora de utilizar estas técnicas para evitar al máximo tratar de forzar una manipulación abusiva de las personas.
Porque creo a pies juntillas que la publicidad tan solo debe sacar a flote una necesidad para, inmediatamente, ofrecer una solución y así ayudar a alguien a superar un problema o cubrir una necesidad.
Por tanto, hay que utilizar todas estas técnicas de manera responsable, sin tratar de engañar a nadie y sin prometer cosas que no se van a cumplir. Hacer lo contrario es estafar a las personas y jugar con sus esperanzas. Además de ser ilegal...
Sin duda, hay que apoyarse en un buen diseño Web, en imágenes y animaciones chulas y todo tipo de reclamos.
Pero hay algo que nunca se debe olvidar: será por tus palabras por lo que te recordarán.
Eso de que una imagen vale más que mil palabras está bien como slogan, pero ni en Internet ni en ningún otro soporte publicitario funciona por si solo.
La gente no lee mucho, pero algo lee.
Y si se consigue crear un buen titular, que capte la atención de las visitas y despierte su curiosidad para llevarlo a la siguiente sección de una web, comprobarás si la gente lee o no.
Claramente lo que no leen son petardos infumables o que se repiten como la cebolla. Y desde luego, nadie lee sobre lo que no le interesa.
Despertar la curiosidad de los clientes con una pregunta o sugiriendo que se va a desvelar un secreto más adelante captará sin duda su atención; hay que hacerle reflexionar sobre algo que le produzca inquietud, ansiedad, deseo, etc. Crear un texto que conecte con sus emociones.
¿Te imaginas cómo reaccionaría tu cliente si en el primer párrafo de texto le ofreces la posibilidad de encontrar una respuesta a algo que le está preocupando?
¿Quién se puede resistir a conocer la solución a sus problemas o necesidades? Pues es posible conseguirlo si se utilizan las palabras adecuadas. Las palabras son poder.
Una buena introducción de lo que vendrá después es la clave para hacer que un cliente quiera seguir leyendo a través de una página Web.
Hay que hacerle pensar en que tenemos algo que desea, que necesita para ser feliz o para estar más guapo o guapa, por ejemplo. Y puede ser una pregunta, una afirmación, una oferta o la promesa de la revelación de un secreto.
Por tanto, la clave está en activar el más común de nuestros sentidos: la curiosidad, ya que en el fondo la curiosidad es algo innato en todos y cada uno de nosotros.
Y hay que tener muy en cuenta que captar la atención es absolutamente fundamental, porque a partir de ahí se crea la oportunidad de seguir tratando de vender el producto.
Si no se logra éste primer paso, el resto no valdrá para nada.
¿Y que es la pasión, sino el deseo de conseguir algo, de alcanzar una meta, de resolver un problema o de hacer feliz a alguien?
Cuando un potencial cliente llega a una página Web, generalmente es porque está buscando un producto o servicio que se ofrece. Y hoy en día, salvo excepciones, cualquiera antes de comprar ya ha valorado o va a valorar otras posibilidades.
Vamos a partir de la base de que hemos hecho bien la primera fase captando la atención del usuario con un buen titular, una oferta o lo que se nos haya ocurrido. Si se ha hecho bien, debe estar dispuesto a seguir leyendo hacia las siguientes secciones de la Web.
Ese usuario necesita algo que nosotros tenemos. Por tanto, hay que “atacar su punto de dolor” (no literalmente, claro 😉), enfatizando su problema.
Como ya hemos dicho antes, tan solo estaremos haciendo aflorar una necesidad que ya tiene.
Y generalmente vamos a apoyarnos en tocar alguno de los puntos que más nos activan a los seres humanos: el miedo, el orgullo, la pasión, el odio, el amor, la envidia, la solidaridad, etc.
Repito, siempre haciéndolo con ética. Son sentimientos humanos que manejamos diariamente todos, pero no hay que hacer sufrir a nadie y por supuesto no engañar.
Una vez que se ha puesto de relieve su necesidad y sugerido que tenemos la solución a ese problema, es el momento de activar resortes que vayan alentando el impulso de compra.
El sentimiento de haber encontrado una posible solución generará calma.
Es el momento de hacerle ver que, si no compra, contacta o se registra, existe la posibilidad de perder esa tranquilidad y volver a la situación anterior, a la angustia.
Si es posible, haremos una oferta limitada en el tiempo, un descuento por comprar en ese momento o algo similar.
O trataremos de hacerle ver que comprando a otro tal vez se equivoque y no solo no resuelva el problema, si no que éste se agravará, ya que habrá perdido el tiempo y el dinero.
Debemos hacerle ver claramente que nuestra opción es la única, verdadera y definitiva, mostrándole todos los beneficios del producto o servicio. Y, sobre todo, resaltando que nos diferencia de la competencia. Hacerle pensar que elegir otra opción sería un error. Hay que ser creativo a la hora de utilizar este recurso, y no siempre será posible.
Además, hay que ser sutil pero persuasivo, algo nada fácil. Pero la base está en aflorar una necesidad, sugerir una solución y destacar que, de no solucionarlo de inmediato esa angustia permanecerá, haciéndole sufrir.
Hay que jugar con la razón emocional que le haría comprar. El deseo se activa cuándo queremos obtener algo, destacar sobre otras personas, superar o evitar un problema, sentirnos mejor, más altos, más guapos, prosperar en la vida, encontrar el amor...y así podría estar páginas y páginas.
Ésta es la clave para activar el deseo: conocer el punto de dolor del cliente potencial, agitarlo y atacarlo.
Recuerda que es más fácil comprar a alguien que a algo.
Por tanto, hay que hacer que ese alguien, que eres tú o tu empresa en Internet, genere la confianza necesaria para que el cliente compre. Hay que desplegar en la página Web una imagen natural y personalizada. Y da igual si se es autónomo, una Pyme o una multinacional.
¿No te hace sentir más seguro cuando ves en la sección de “quienes somos” la foto de alguien normal en vez de la típica de un chino, dos alemanes y 20 tíos más en “calzados-lópez.com”?
Recordemos que la página de “quienes somos” es la segunda más visitada de una Web por detrás de la HOME y antes que la del blog, producto, contacto o cualquier otra.
Y, sin embargo, es una de las páginas más denostadas y menos trabajadas de la gran mayoría de webs con fines comerciales. Hay muchas empiezan con eso de “somos una empresa con más de 15 años de experiencia” o “lideres en el mercado” y demás maravillas. Y con 10 tristes líneas han terminado, sin decir nada que te haga pensar que son diferentes. Nada destacable y que genere confianza. Muy pocas empiezan hablándole al cliente de sus necesidades y de cómo quieren ayudarle.
Muy pocas cuentan por qué hacen lo que hacen. No te hablan de su pasión por dar un buen servicio, de los beneficios que obtendrás al comprar su producto o contratar sus servicios.
Apenas unas cuantas te ofrecen una pequeña bio del equipo, con fotos reales y ese toque humano y personal que rompe la frialdad de la red.
Y tampoco enlazan con sus redes sociales profesionales, donde encontrar más información y comprobar que es el mismo de la fotografía y tiene contactos y seguidores reales.
Ganarse la confianza de alguien en la vida real es difícil, pero en Internet, si no se trabaja bien este aspecto, es prácticamente imposible.
Por tanto, debemos darle la importancia que merece a la página de “quienes somos”, ya que será dónde los clientes acudirán para evaluar si deben confiar en ese negocio.
Por último, hay que explicarles a los usuarios, de forma clara, cómo conectar con la empresa, dónde, como y quien atendería una duda o consulta, etc. Un número de teléfono y una dirección física dónde acudir en persona o mediante el envío de una carta o reclamación también aumentará las posibilidades de ganarse la confianza del usuario.
Y recuerda: en comunicación Online no hay una sola acción que haga que todo vaya al 100%. Es la suma de muchas “cositas” lo que hace que tu imagen digital sea profesional y efectiva.
Es lo único que nos diferencia de otros seres vivos y lo que hace que una buena narración triunfe o no.
Una buena forma de despertar emociones y tocar el estado de ánimo de nuestro cliente es a través del storytelling.
Esta técnica está basada en los contadores de historias, y al igual que he comentado al principio de este artículo, si nos fijamos bien la encontraremos aplicada en montones de anuncios y en muchos videos publicitarios de YouTube.
Nike, Adidas, Apple y muchas otras marcas importantes aplican con gran maestría esta técnica en su publicidad.
De nuevo aquí es imprescindible conocer bien al cliente ideal.
El storytelling está basado en traducir un mensaje comercial en una historia, con una presentación, un nudo y una revelación. Y si conocemos bien a nuestro cliente ideal, no nos será difícil ambientarla de tal forma que la reconozca y se identifique de alguna manera.
Porque no hay nada que nos emocione más que ver reflejados nuestros sentimientos en otro y saber que no somos los únicos que sufrimos por algo concreto.
Es muy contagiosa la alegría, el éxito de otros, así como la tristeza, el amor, el llanto, etc...
Por eso, en muchas webs se habla de casos de éxito de sus clientes, usuarios o ellos mismos.
Las emociones primarias y secundarias que debes conocer. Hay cuatro emociones básicas que todos los seres humanos sentimos desde pequeños y que a lo largo de nuestra vida experimentaremos continuamente: la alegría, la tristeza, la ira y el miedo. Adicionalmente, se contemplan otras cuatro consideradas como secundarias que son: el amor, la sorpresa, la vergüenza y la aversión. Lógicamente, todas ellas tienen matices dentro de la acepción principal.
Una vez definidas, si conocemos cómo afectan a nuestros clientes, podremos utilizarlas para dar valor al mensaje y generar más fácilmente una aceptación del negocio para provocar un impulso de compra positivo.
Recuerda que las emociones no son buenas o malas, son resortes que tenemos las personas para desarrollarnos en la vida.
Pero en el caso del manejo de las emociones en el entorno de la comunicación publicitaria, siempre hay que llegar a la alegría. Es lo que debe sentir tu cliente cuando llegue al punto de tu Web en el que se le ofreces el producto o servicio como solución a su miedo, deseo o necesidad.
Ese es el objetivo de todo el trabajo: que se sienta feliz porque ha encontrado lo que busca, ya que le estemos solucionando un problema.
Y, además, habremos avanzado para que se produzca un reconocimiento de tu marca.
¿Cuál es la diferencia entre un buen narrador y otro que nos aburre?
¿Qué hacen los mejores publicistas para conseguir que compres sus productos o servicios sin pensarlo, de tal forma que consiguen que la gente haga cola y gaste un dinero que no tiene para adquirir, por ejemplo, sus “manzanas mordidas”?
Puede parecer algo muy mágico, pero es más básico de lo que se piensa.
El principio de la comunicación, en términos generales, está en atacar lo que nos hace más humanos, lo que nos diferencia de un animal, de una planta o de una piedra: las emociones.
El ser humano posee una inmensa variedad de emociones, algunas de ellas muy complejas, otras muy simples.
Y, además, tenemos la virtud o el defecto de que podemos pasar de una a otra en segundos.
Podemos pasar de la alegría a la tristeza en un abrir y cerrar de ojos. O de la seguridad al miedo, del amor al odio, etc. Y curiosamente, una gran parte de las veces, estos cambios no dependen de nosotros. Son factores externos los que los provocan.
Pero cuando queremos usar técnicas narrativas para fines publicitarios, hay que hacerlo de una forma muy sutil y sofisticada, ya que no tenemos todo el tiempo del mundo ni a nuestro público objetivo sentado alrededor de una hoguera sin otra cosa que hacer que escuchar nuestras historietas.
Un buen narrador, o redactor publicitario, debe ser capaz de reconocer el posible estado de ánimo del usuario para transformarlo a favor de hacerle llegar un mensaje y provocar un impulso o una acción: la compra o el contacto.
Y de alguna manera, este post trata de explicar cómo utilizar técnicas para seducir a los clientes y que compren o se registren en una página Web.
Estas técnicas de venta y persuasión están basadas en activar o desactivar algunos de los sentidos más comunes del ser humano: la curiosidad, el deseo, la angustia, la alegría, la pasión, el miedo, la confianza o la tristeza.
No obstante, hay que tener un código ético y respetuoso a la hora de utilizar estas técnicas para evitar al máximo tratar de forzar una manipulación abusiva de las personas.
Porque creo a pies juntillas que la publicidad tan solo debe sacar a flote una necesidad para, inmediatamente, ofrecer una solución y así ayudar a alguien a superar un problema o cubrir una necesidad.
Por tanto, hay que utilizar todas estas técnicas de manera responsable, sin tratar de engañar a nadie y sin prometer cosas que no se van a cumplir. Hacer lo contrario es estafar a las personas y jugar con sus esperanzas. Además de ser ilegal...
Vitamina “A” Atracción: magnetismo, captación, reclamo.
Atraer la atención de los potenciales clientes en un primer impacto, es la base para que el resto de los consejos que describimos en el artículo tengan sentido y funcionen.En un mundo saturado de información, ofertas y anuncios, destacar sobre los demás es complicado, aunque no imposible.
Pero hay algo que nunca se debe olvidar: será por tus palabras por lo que te recordarán.
Eso de que una imagen vale más que mil palabras está bien como slogan, pero ni en Internet ni en ningún otro soporte publicitario funciona por si solo.
La gente no lee mucho, pero algo lee.
Y si se consigue crear un buen titular, que capte la atención de las visitas y despierte su curiosidad para llevarlo a la siguiente sección de una web, comprobarás si la gente lee o no.
Claramente lo que no leen son petardos infumables o que se repiten como la cebolla. Y desde luego, nadie lee sobre lo que no le interesa.
Despertar la curiosidad de los clientes con una pregunta o sugiriendo que se va a desvelar un secreto más adelante captará sin duda su atención; hay que hacerle reflexionar sobre algo que le produzca inquietud, ansiedad, deseo, etc. Crear un texto que conecte con sus emociones.
¿Te imaginas cómo reaccionaría tu cliente si en el primer párrafo de texto le ofreces la posibilidad de encontrar una respuesta a algo que le está preocupando?
¿Quién se puede resistir a conocer la solución a sus problemas o necesidades? Pues es posible conseguirlo si se utilizan las palabras adecuadas. Las palabras son poder.
Una buena introducción de lo que vendrá después es la clave para hacer que un cliente quiera seguir leyendo a través de una página Web.
Hay que hacerle pensar en que tenemos algo que desea, que necesita para ser feliz o para estar más guapo o guapa, por ejemplo. Y puede ser una pregunta, una afirmación, una oferta o la promesa de la revelación de un secreto.
Por tanto, la clave está en activar el más común de nuestros sentidos: la curiosidad, ya que en el fondo la curiosidad es algo innato en todos y cada uno de nosotros.
Y hay que tener muy en cuenta que captar la atención es absolutamente fundamental, porque a partir de ahí se crea la oportunidad de seguir tratando de vender el producto.
Si no se logra éste primer paso, el resto no valdrá para nada.
Vitamina “D” Deseo: anhelo, capricho, ambición.
La pasión mueve montañas.¿Y que es la pasión, sino el deseo de conseguir algo, de alcanzar una meta, de resolver un problema o de hacer feliz a alguien?
Cuando un potencial cliente llega a una página Web, generalmente es porque está buscando un producto o servicio que se ofrece. Y hoy en día, salvo excepciones, cualquiera antes de comprar ya ha valorado o va a valorar otras posibilidades.
Vamos a partir de la base de que hemos hecho bien la primera fase captando la atención del usuario con un buen titular, una oferta o lo que se nos haya ocurrido. Si se ha hecho bien, debe estar dispuesto a seguir leyendo hacia las siguientes secciones de la Web.
Ese usuario necesita algo que nosotros tenemos. Por tanto, hay que “atacar su punto de dolor” (no literalmente, claro 😉), enfatizando su problema.
Como ya hemos dicho antes, tan solo estaremos haciendo aflorar una necesidad que ya tiene.
Y generalmente vamos a apoyarnos en tocar alguno de los puntos que más nos activan a los seres humanos: el miedo, el orgullo, la pasión, el odio, el amor, la envidia, la solidaridad, etc.
Repito, siempre haciéndolo con ética. Son sentimientos humanos que manejamos diariamente todos, pero no hay que hacer sufrir a nadie y por supuesto no engañar.
Una vez que se ha puesto de relieve su necesidad y sugerido que tenemos la solución a ese problema, es el momento de activar resortes que vayan alentando el impulso de compra.
El sentimiento de haber encontrado una posible solución generará calma.
Es el momento de hacerle ver que, si no compra, contacta o se registra, existe la posibilidad de perder esa tranquilidad y volver a la situación anterior, a la angustia.
Si es posible, haremos una oferta limitada en el tiempo, un descuento por comprar en ese momento o algo similar.
O trataremos de hacerle ver que comprando a otro tal vez se equivoque y no solo no resuelva el problema, si no que éste se agravará, ya que habrá perdido el tiempo y el dinero.
Debemos hacerle ver claramente que nuestra opción es la única, verdadera y definitiva, mostrándole todos los beneficios del producto o servicio. Y, sobre todo, resaltando que nos diferencia de la competencia. Hacerle pensar que elegir otra opción sería un error. Hay que ser creativo a la hora de utilizar este recurso, y no siempre será posible.
Además, hay que ser sutil pero persuasivo, algo nada fácil. Pero la base está en aflorar una necesidad, sugerir una solución y destacar que, de no solucionarlo de inmediato esa angustia permanecerá, haciéndole sufrir.
Hay que jugar con la razón emocional que le haría comprar. El deseo se activa cuándo queremos obtener algo, destacar sobre otras personas, superar o evitar un problema, sentirnos mejor, más altos, más guapos, prosperar en la vida, encontrar el amor...y así podría estar páginas y páginas.
Ésta es la clave para activar el deseo: conocer el punto de dolor del cliente potencial, agitarlo y atacarlo.
Vitamina “C” Confianza: seguridad, franqueza, familiaridad.
Una de las cosas que más nos puede frenar a la hora de comprar o dejar nuestros datos en una página Web es la falta de confianza. Internet es muy impersonal, frio y distante.Nos encanta toda esta tecnología que sin duda nos ha facilitado mucho la vida, pero aun queremos sentir de alguna forma el contacto humano. Necesitamos la referencia personal, la familiaridad y la seguridad de que hay alguien responsable detrás de toda esa imagen digital.
Recuerda que es más fácil comprar a alguien que a algo.
Por tanto, hay que hacer que ese alguien, que eres tú o tu empresa en Internet, genere la confianza necesaria para que el cliente compre. Hay que desplegar en la página Web una imagen natural y personalizada. Y da igual si se es autónomo, una Pyme o una multinacional.
¿No te hace sentir más seguro cuando ves en la sección de “quienes somos” la foto de alguien normal en vez de la típica de un chino, dos alemanes y 20 tíos más en “calzados-lópez.com”?
Recordemos que la página de “quienes somos” es la segunda más visitada de una Web por detrás de la HOME y antes que la del blog, producto, contacto o cualquier otra.
Y, sin embargo, es una de las páginas más denostadas y menos trabajadas de la gran mayoría de webs con fines comerciales. Hay muchas empiezan con eso de “somos una empresa con más de 15 años de experiencia” o “lideres en el mercado” y demás maravillas. Y con 10 tristes líneas han terminado, sin decir nada que te haga pensar que son diferentes. Nada destacable y que genere confianza. Muy pocas empiezan hablándole al cliente de sus necesidades y de cómo quieren ayudarle.
Muy pocas cuentan por qué hacen lo que hacen. No te hablan de su pasión por dar un buen servicio, de los beneficios que obtendrás al comprar su producto o contratar sus servicios.
Apenas unas cuantas te ofrecen una pequeña bio del equipo, con fotos reales y ese toque humano y personal que rompe la frialdad de la red.
Y tampoco enlazan con sus redes sociales profesionales, donde encontrar más información y comprobar que es el mismo de la fotografía y tiene contactos y seguidores reales.
Ganarse la confianza de alguien en la vida real es difícil, pero en Internet, si no se trabaja bien este aspecto, es prácticamente imposible.
Por tanto, debemos darle la importancia que merece a la página de “quienes somos”, ya que será dónde los clientes acudirán para evaluar si deben confiar en ese negocio.
Por último, hay que explicarles a los usuarios, de forma clara, cómo conectar con la empresa, dónde, como y quien atendería una duda o consulta, etc. Un número de teléfono y una dirección física dónde acudir en persona o mediante el envío de una carta o reclamación también aumentará las posibilidades de ganarse la confianza del usuario.
Y recuerda: en comunicación Online no hay una sola acción que haga que todo vaya al 100%. Es la suma de muchas “cositas” lo que hace que tu imagen digital sea profesional y efectiva.
Vitamina “E” Emociones: sentimientos, afectividad, impresiones.
Dentro de todo este desarrollo hay que tener siempre muy presente las emociones.Es lo único que nos diferencia de otros seres vivos y lo que hace que una buena narración triunfe o no.
Una buena forma de despertar emociones y tocar el estado de ánimo de nuestro cliente es a través del storytelling.
Esta técnica está basada en los contadores de historias, y al igual que he comentado al principio de este artículo, si nos fijamos bien la encontraremos aplicada en montones de anuncios y en muchos videos publicitarios de YouTube.
Nike, Adidas, Apple y muchas otras marcas importantes aplican con gran maestría esta técnica en su publicidad.
De nuevo aquí es imprescindible conocer bien al cliente ideal.
El storytelling está basado en traducir un mensaje comercial en una historia, con una presentación, un nudo y una revelación. Y si conocemos bien a nuestro cliente ideal, no nos será difícil ambientarla de tal forma que la reconozca y se identifique de alguna manera.
Porque no hay nada que nos emocione más que ver reflejados nuestros sentimientos en otro y saber que no somos los únicos que sufrimos por algo concreto.
Es muy contagiosa la alegría, el éxito de otros, así como la tristeza, el amor, el llanto, etc...
Por eso, en muchas webs se habla de casos de éxito de sus clientes, usuarios o ellos mismos.
Las emociones primarias y secundarias que debes conocer. Hay cuatro emociones básicas que todos los seres humanos sentimos desde pequeños y que a lo largo de nuestra vida experimentaremos continuamente: la alegría, la tristeza, la ira y el miedo. Adicionalmente, se contemplan otras cuatro consideradas como secundarias que son: el amor, la sorpresa, la vergüenza y la aversión. Lógicamente, todas ellas tienen matices dentro de la acepción principal.
Una vez definidas, si conocemos cómo afectan a nuestros clientes, podremos utilizarlas para dar valor al mensaje y generar más fácilmente una aceptación del negocio para provocar un impulso de compra positivo.
Recuerda que las emociones no son buenas o malas, son resortes que tenemos las personas para desarrollarnos en la vida.
Pero en el caso del manejo de las emociones en el entorno de la comunicación publicitaria, siempre hay que llegar a la alegría. Es lo que debe sentir tu cliente cuando llegue al punto de tu Web en el que se le ofreces el producto o servicio como solución a su miedo, deseo o necesidad.
Ese es el objetivo de todo el trabajo: que se sienta feliz porque ha encontrado lo que busca, ya que le estemos solucionando un problema.
Y, además, habremos avanzado para que se produzca un reconocimiento de tu marca.